lunes, 9 de diciembre de 2013

Como perdemos nuestra energía y como recuperarla cuando ello ocurra.

Cada ser humano, creo Yo, tienen una dosis diaria de energía para vivir su día y pasarla bien.
Para algunas personas este “quantum” es, al menos para algunos ojos, aparentemente infinito y lo validamos con expresiones coloquiales tales como, “Este de donde se apaga?”.
Para otros, esa “dosis” de energía escasamente llega al medio día pues las situaciones que le van ocurriendo le producen un desgaste, un agotamiento y una baja de su fuerza vital que le hacen pensar en muchas ocasiones que “le pasa algo”, que “está en el lugar equivocado” u otras más.
Si bien algunas de las tales situaciones pueden ser el síntoma de que algo no anda bien, se quedan cortas para explicar tal baja de voltaje.
Los seres humanos perdemos energía por varias circunstancias y muchas de ellas tienen que ver con nuestra “dieta” diaria;
1. Lo que vivimos no nos alimenta. Cuando estamos en algún espacio y haciendo alguna de las tareas de la vida diaria, sean laborales, personales o familiares, y experimentamos cierta obligatoriedad en el cumplimiento de las mismas, estamos en la presencia de un síntoma inequívoco de pérdida de energía. Si lo que hacemos no nos alimenta y además nos obligamos  porque “hay que trabajar”, “necesito el dinero”, “y si no que me pongo a hacer”, etc., etc., etc., estamos empleando una cantidad mayor de energía a la requerida si ello mismo nos produjera placer, alegría, gozo, sentido de contribución y muchas más.

Alguna vez leía un libro donde el autor mencionaba algo así como… “te alimenta solo aquello que eres capaz de hacer silbando..” Y claro, ¿cuándo hemos visto a alguien deprimido silbando o a alguien furioso o a alguien enfermo haciéndolo?
O también como decía Facundo Cabral (todavía te extraño Facundo y te aseguro que no es apego), “Aquél que trabaja todo el día en lo que no ama, aunque lo haga muy bien hecho, es un desocupado”.

Así pues la falta de sentido de vida en lo que hacemos desgasta la energía del Ser. Hacer sin crear, sólo repetir; hacer sin agrado, solo cumplir; hacer sin contribuir y generar bienestar, es sólo ocupar el tiempo.

2. Exceso de vitaminas para el Ego. Cuando en la dieta diaria ingerimos exceso de importancia personal: vanidad por la marca, comprar para llenar carencias, comer chocolatina en reemplazo de pedir abrazos, sobrevaloración de los esfuerzos o las tareas, abundante temor al qué dirán, dificultad para ser quien soy no importa delante de quien esté, entre otros, estamos sobrealimentando al tal-Ego. Esa bolsa sin fondo que parece no llenarse a pesar de nuestros esfuerzos cotidianos por mantenerlo en pié cuidando la imagen de lo que creemos que somos y que hemos aceptado sin la mediación de la consciencia y el alma.

Y lo contrario no es la estupidez, ni la dejadez, ni jugar al no importo o soy invisible. Cuando el Ego es el que manda hay más sufrimiento que dicha y ello conlleva una fuga de la energía necesaria para estar en sano equilibrio.

3. El poder de la “loca de la casa”. Ahhh ¡! Nuestra sobrevalorada mente tiene la capacidad de producir más videos que el mejor canal de televisión del mundo. Con ella volamos y resolvemos “lo que pudo haber sido y no fue” o creamos el mundo de fantasía del futuro soñado cual cuento de hadas. Con un exceso de diálogo interno, supuestos, interpretaciones, acomodaciones de lo que en realidad pasa, le damos de comer a la “loca de la casa” también conocida como la mente, la razón (algunos la defienden como inteligencias múltiples). ¿Se imaginan el trabajo que deben hacer las neuronas para mantener tan “creativos” guiones? El desgaste es evidente y no se compensa sólo tomando vitaminas, fosforo, hierro y aún algunas poderosas esencias florales (aunque las valoro enormemente). Lo que desde tiempo atrás algunos han llamado control mental, poder de la mente y recientemente la fuerza de “El secreto” para atraer lo que queremos (que en algunos casos es ciertamente útil), usado permanentemente nos aleja del fluir natural de las cosas, del ser testigos y observadores (no pasivos) del devenir de la vida y responder amigablemente ante los hechos. En otras palabras “A cada día le basta su afán”.

4. Sobredosis emocional. Las emociones naturales, es decir aquellas que nacen con nuestra naturaleza humana y terrenal (tristeza, miedo, alegría, afecto e ira), aunque bondadosas y sabias para ayudarnos a mantener el equilibrio emocional al permitirnos liberar tensiones y energías producto de lo que nos pasa, pueden llegar a ser generadoras de descarga de la batería interna, cuando son excesivas y sobredimensionadas. Es sano y natural sentir tristeza por pérdidas afectivas, pero no es saludable quedarse en un estado depresivo producto de apegos y temores infundados. De otro lado hay otras emociones, sentimientos, actitudes y comportamientos más adquiridos o aprendidos que propias de nuestra esencia, tales como celos, rivalidad, venganza, envidia, desamor, rabia, odio, entre otras, que sí son en sí mismas una verdadera pérdida energética que debilita todos nuestros sistemas y por ende afecta la salud, la calidad de vida y las relaciones.

0 comentarios:

Publicar un comentario