Pues parece que sí. Hemos estado dormidos y creyendo simplemente
que lo que llamamos vida no es más que un caminar por ahí, repitiendo historias
viejas, viviendo vidas prestadas o alquilando la propia vida al servicio de
causas de otros, lejanos a la propia.
Y en ese trasegar hemos ido olvidando la esencia de la misión
personal, creyendo que prestamos un buen servicio a la vida, cuidando lo de
otros, alquilando nuestro tiempo por unas monedas para lograr el sustento, mientras
alrededor sucedes cosas inimaginables que amenazan nuestra propia
supervivencia.
Nos cegamos ante la verdad, creyendo otras verdades que en
realidad sólo son distractores que buscan mantener una estructura bastante
desgastada que ya ni siquiera cuida la vida. Defendemos causas ajenas olvidando
la propia y mendigamos el reconocimiento de otros para sobrevivir en el mundo
vestidos de identidades prestadas que en nada alimentan la evolución colectiva.
Ante muchas situaciones nos hemos hecho los de la ”vista
gorda” considerando que no hay como cambiar realidades de tal magnitud. Pero ni
hay que luchar contra nada ni hay que cambiar a nadie en nada. Sólo despertar.
Comenzar a mirar con otros ojos lo ya conocido para verlo de
verdad puede ser un buen inicio. Esa extraña sensación de creer que ya lo
conocemos, que las cosas se mantienen igual, que la realidad no está cambiando,
que todo seguirá igual, es parte del sueño o de ese estado de inconsciencia
ilusoria que quiere mantenernos anestesiados , sin contacto, sin vida propia.
Repensarlo todo no es sólo un buen ejercicio de creación que
mantiene las neuronas en buen estado. Repensarlo todo, sentirlo todo como la
primera vez, es admitir que nada permanece igual, que todo evoluciona con el
ritmo del despertar colectivo, a veces silencioso e imperceptible, a veces en
oleadas que desatan movimientos fuertes que sacuden todo el orbe, aunque para
algunos nada pase.
Cada uno tiene la misión de despertar-se, de salir del estado
de crisálida con la decisión firme y fuerte de volar cada vez más alto para
contemplar la inmensidad de lo pequeño en lo grande, de lo grande en lo
pequeño.
Cada uno es también, o no, cómplice del sueño colectivo que
tiende a hacerse cada vez más evidente como una fuerza de gran sabiduría que
quiera coadyudar a la humanidad en ese proceso de despertar.
¿Despertar?
¿Acaso estanos dormidos?
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