miércoles, 12 de marzo de 2014

Pues parece que sí. Hemos estado dormidos y creyendo simplemente que lo que llamamos vida no es más que un caminar por ahí, repitiendo historias viejas, viviendo vidas prestadas o alquilando la propia vida al servicio de causas de otros, lejanos a la propia.

Y en ese trasegar hemos ido olvidando la esencia de la misión personal, creyendo que prestamos un buen servicio a la vida, cuidando lo de otros, alquilando nuestro tiempo por unas monedas para lograr el sustento, mientras alrededor sucedes cosas inimaginables que amenazan nuestra propia supervivencia.
Nos cegamos ante la verdad, creyendo otras verdades que en realidad sólo son distractores que buscan mantener una estructura bastante desgastada que ya ni siquiera cuida la vida. Defendemos causas ajenas olvidando la propia y mendigamos el reconocimiento de otros para sobrevivir en el mundo vestidos de identidades prestadas que en nada alimentan la evolución colectiva.

Ante muchas situaciones nos hemos hecho los de la ”vista gorda” considerando que no hay como cambiar realidades de tal magnitud. Pero ni hay que luchar contra nada ni hay que cambiar a nadie en nada. Sólo despertar.

Comenzar a mirar con otros ojos lo ya conocido para verlo de verdad puede ser un buen inicio. Esa extraña sensación de creer que ya lo conocemos, que las cosas se mantienen igual, que la realidad no está cambiando, que todo seguirá igual, es parte del sueño o de ese estado de inconsciencia ilusoria que quiere mantenernos anestesiados , sin contacto, sin vida propia.

Repensarlo todo no es sólo un buen ejercicio de creación que mantiene las neuronas en buen estado. Repensarlo todo, sentirlo todo como la primera vez, es admitir que nada permanece igual, que todo evoluciona con el ritmo del despertar colectivo, a veces silencioso e imperceptible, a veces en oleadas que desatan movimientos fuertes que sacuden todo el orbe, aunque para algunos nada pase.

Siempre está pasando algo. Despertar es tomar consciencia de los movimientos sutiles dentro y fuera de cada uno, aunque no aparezcan en titulares de prensa, ni invadan viralmente las redes sociales. Despertar es comprender, no precisamente desde la mente, que hay un llamado contundente de fuerzas inimaginables hacia la evolución de la especie, para que se re-alinee con los principios olvidados que deben regir la existencia.

Cada uno tiene la misión de despertar-se, de salir del estado de crisálida con la decisión firme y fuerte de volar cada vez más alto para contemplar la inmensidad de lo pequeño en lo grande, de lo grande en lo pequeño.

Cada uno es también, o no, cómplice del sueño colectivo que tiende a hacerse cada vez más evidente como una fuerza de gran sabiduría que quiera coadyudar a la humanidad en ese proceso de despertar.

¿Despertar?
¿Acaso estanos dormidos?

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